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26 de octubre de 2018

[10] La vuelta a los libros, leo autoras octubre y noviembre sencillo



Hace unos días, leí un tuit de @Pocheflor en el que confesaba que llevaba un mes sin leer un libro porque los empezaba y era incapaz de seguirlos. Y me recordó dos cosas que me han pasado en el último año y medio.


La primera tiene que ver con una entrada que escribí hace tiempo en la que hablaba de que mi lista de lecturas era como leer el futuro en las hojas de té que quedan en el fondo de una taza, pero al revés. Es decir, que si la observamos detenidamente, nos podemos dar cuenta de que en los momentos en que no leo, algo me corroe (normalmente por dentro).

La segunda cosa está relacionada con la entrada en la que yo misma cuestionaba mi relación con los libros debido a una crisis lectora que ha durado casi un año. En aquel momento cuestionaba mi conexión con la lectura como forma de vida e incluso llegué a pensar que me estaba encasillando tanto en un tema en concreto que no lograba disfrutar de nada más.

Pero he vuelto al blog. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? La verdad es que ha sido un impulso más de los que conducen mi vida pero la historia es esta. Este verano, después de un año de trabajo intenso y absorbente, me quedé sin empleo. Estuve ideando poner en marcha un blog sobre vida sostenible, que es otro de los temas que me interesan mucho en los últimos tiempos. Pero en ese proyecto echaba mucho de menos los libros.

Para mí, los libros son fuente infinita de inspiración y una de las principales guías de mi vida. Me di cuenta de que, en mi última etapa, los había cambiado por Instagram y por el postureo que muchas veces supone esta red social. Y sentí que debía volver aquí para reencontrarme conmigo mismo, con la calma, con la reflexión, con ese sentimiento que me provoca leer algo que me llega al alma.

Es verdad que, como comenté en el tuit de @Pocheflor, el hábito ha vuelto pero aún no la ilusión de cuando empecé este blog hace cuatro años. Supongo que forma parte de nuestra evolución como personas y del momento que estamos atravesando. Me preocupa, pero sigo adelante, sin pensarlo mucho, soltando, intentando no controlar la situación y esperando que se controle sola. Aunque, como siempre digo, voy a días.

Leo Autoras


De momento, este mes de octubre he querido rendir mi humilde y particular homenaje a la iniciativa Leo Autoras Octubre. Las cuatro lecturas elegidas tienen que ver con mujeres que hablan de otras mujeres. Unas buscan el sentido a su vida desde una perspectiva feel good; otras son personas corrientes que influyen en los demás de manera extraordinaria; muchas luchan por conseguir lo que se proponen a pesar de todo; y algunas nos sentimos diferentes entre la multitud.

Noviembre de vida sencilla


Estoy pensando hilo común para las lecturas del mes de noviembre. Me apetece infinito empezar a leer en inglés (ya leí este, por ejemplo) y, en concreto, me apetece este libro. Además, quiero seguir profundizando en libros que completen el apartado de vida sencilla del blog y hace poco descubrí a Alain de Botton, así que posiblemente el próximo mes de noviembre estaré leyendo libros sobre vida consciente.

Estoy deseando empezar.

10 de octubre de 2017

[9] Crisis lectora, ¿he dejado de conectar con la lectura?

La última entrada de mi blog estaba fechada a principios de mayo. Desde entonces, apenas he leído cuatro libros. Ya os hablé en la newsletter "Lo que mis lecturas dicen de mí" que cuando no leo es porque algo me preocupa y, a pesar de que no me ha pasado nada grave estos cinco meses, algo ha cambiado en mi vida.

El pasado mes de mayo cambié de trabajo y ahora mi horario laboral es aquel que me depara el día. Tengo hora de entrada pero no de salida y normalmente pasa mucho tiempo entre esos dos hitos diarios. Por eso, cuando me subo al tren, mis ojos rechazan automáticamente la pantalla del libro electrónico y, cuando intento leer sobre el papel, no siempre lo consigo.

Me da miedo pensar que he dejado de conectar con la lectura como forma de vida, pero no puede ser eso

Además, en estos meses me ha pasado una cosa curiosa. He empezado muchos libros, muchos, no os podéis imaginar cuántos, pero solo he sido capaz de terminar cuatro. Me da miedo pensar que he dejado de conectar con la lectura como forma de vida. Pero no puede ser eso, porque entonces ni siquiera hubiera leído cuatro. A veces también pienso que quizá me estoy encasillando tanto en un tipo de libro que ya no disfruto con otros. Pero tampoco creo que sea esta la razón.

Por ahora prefiero pensar que el cansancio no me está dejando disfrutar de algo que lleva tres años siendo parte fundamental de mi vida. Siento que me iré rearmando poco a poco, sin obligarme pero con la intuición de que algún día, la lectura será lo primero.

17 de marzo de 2017

[8] Biblioterapia o cómo me encuentro a mí misma a través de los libros


El significado de un libro está en el ojo del que lee

Llevo tiempo sintiendo que los libros me sirven como terapia. De hecho, antes de saber lo que he descubierto esta semana, a este fenómeno yo lo describía como “libroterapia” y lo definía como “la capacidad de los libros para el autoconocimiento y el crecimiento personal”.

Sin embargo, como ya me pasó con las novelas feel good, he descubierto que existe un término correcto que define esa acción de entenderme a mí misma a través de los libros: biblioterapia. Este término todavía es poco conocido aquí en España pero en otros sitios europeos es un viejo amigo.

Y, ¿en qué consiste, básicamente, la biblioterapia? Pues consiste en utilizar los libros como un modo de desarrollo y de crecimiento personal. Cada uno de ellos, bien elegidos, me sirve para profundizar y reflexionar acerca de varios aspectos de mi vida y entender.

El significado de un texto está en el corazón del que lo leeEsto, unido a una buena elección en el momento y sitio oportunos, permite que lo que estamos leyendo adquiera todo el sentido dentro de nosotros

Este hecho ha dado como resultado que la etapa de mi vida en la que más he aprendido sobre mí y sobre el mundo que me rodea es aquella en la que la lectura ha jugado un papel importante dentro de mi vida diaria.

Es sabido que los libros tienen múltiples interpretaciones y que, igual que la belleza está en el ojo del que mira, el significado de un texto está en el corazón del que lo lee. Esto, unido a una buena elección en el momento y sitio oportunos, permite que lo que estamos leyendo adquiera todo el sentido dentro de nosotros. Encontramos la pieza del puzzle que buscamos.

¿Os ha pasado algo así alguna vez? A mí infinidad de veces en los últimos años. Los libros que están en mi top 10 han llegado tan alto porque tienen significado para mí en el momento de mi vida en el que los leo. Puede que no sean los más vendidos, ni los más sesudos, ni los más conocidos pero tienen sentido en mi contexto.

Por eso os decía hace unas semanas que mi lista de lecturas dice mucho de mí, más de lo que jamás podrá saber nadie. Increíble el poder de los libros, ¿verdad?

24 de febrero de 2017

[7] Lo que mis lecturas dicen de mí


Probablemente vosotros no lo sabréis pero cuando no leo o leo poco es porque algo me preocupa. Por ejemplo, el verano de 2015 sufrí un bajón existencial profundo y el resultado fue dos libros leídos en junio y julio, a pesar de que suelo leer cuatro de media al mes. El mismo descalabro se puede ver en febrero de 2016 o en julio de 2014. Cuando me pasan estas cosas, no puedo leer. No me concentro.

Indagar en mi lista de lecturas es como leer el futuro en las hojas de té que quedan en el fondo de una taza, pero al revés. Gracias a ellas puedo volver al pasado y recordar qué pensaba o qué me pasaba en determinado momento. Por ejemplo, a finales de 2016 y principios de 2017, leí mucho (y no solo libros) sobre la muerte. Y hubo una época en 2015 en la que el cuerpo solo me pedía literatura feel good. Va por rachas.

No concibo mi vida al margen de los libros que leo. Somos ellos y yo en un proceso de evolución continua. Ellos forman parte de lo que me ronda por la cabeza en ese momento y muchas veces son los responsables de que vengan otras.

Por lo general, aunque piense que un libro que encuentro lo he buscado yo, creo que en realidad es él quien me ha encontrado a mí. Habréis tenido esa sensación muchas veces: enredando por ahí ves algo que no está mal pero lo dejas pasar (si fuera importante para ti en ese momento, lo habrías apuntado, guardado en la lista de favoritos o tu cabeza no lo hubiera olvidado, sin más). Un tiempo después, eso mismo aparece como por arte de magia y ya te has enamorado.

Otros libros llegan sin esperarlo. De hecho, solo los hojeas por curiosidad y cuando despegas los ojos de las páginas es porque tu vejiga te reclama. Pero, ¿ha pasado ya una hora? Sí, aunque te hayan parecido cinco minutos.

Mi lista de lecturas también dice que leo lo que me da la gana. No hay un patrón. Lo mismo escojo a un autor más clásico que a alguien que no conoce ni perri. Hace tiempo que dejé de leer lo que los demás pensaban que era lo correcto. Hubo momentos en que incluso me avergonzaba de leer esto o aquello, pero eso era lo mismo que avergonzarme de la persona que era. Ya no. Escojo agradeciendo todas las posibilidades que tengo frente a mí pero siguiendo siempre mi intuición.

Lo que no me convence en las primeras páginas lo dejo y pruebo con algo que conecte más conmigo en este momento. Quizá el turno de ese libro llegue dentro de un tiempo o quizá ya se le pasó o incluso no llegue nunca.

#Leyendo


El ejemplo más reciente de cómo mis lecturas me definen es este mismo texto. Llevaba mucho tiempo pensando en escribir algo así pero mi parte más racional me decía que me encontraba en una época de secano en cuanto a escritura. Sin embargo, las primeras páginas de El gozo de escribir, de Natalie Goldberg, me han animado a hacer una escritura automática de lo que me rondaba en esta cabeza que tengo. Y ha salido esto.

Mi lista de lecturas es lo que siento en cada momento de mi vida. Variable como yo. Curiosa. Cambiante. Pluma.

16 de enero de 2017

[6] Autores nipones, muerte y la búsqueda del sentido de la vida

La mayor parte de los libros de autores japoneses que he leído hasta el momento hablan de la muerte y, a la vez, de las cuestiones que más felices nos hacen en la vida como el amor, la familia y la amistad. ¿Paradójico o complementario?

Hoy, que es el tercer lunes del mes de enero y que se supone que es el día más triste del año o Blue Monday, me apetece hablar de ello. Llevo ya tiempo rondando que tenía que reunir en una sola entrada todo lo que los libros de autores nipones me han hecho rumiar y que he dejado desperdigado por el blog.

Empezaré por esta reflexión que escribí en la reseña de Kokoro, de Natsume Sōseki: “A pesar de que no hay nada que me pueda gustar más que una novela feel good, cuando abro un deprimente libro japonés sé que me va a gustar mucho. Lo achaco a las reflexiones sobre la vida y aspectos tan trascendentales como la amistad, la familia o el amor que acostumbran a hacer. Me encanta pensar sobre esas cosas; me chifla, lo reconozco”.

Y es que los personajes metafóricos de todas las novelas niponas que he leído hasta el momento son la tristeza, el sueño, el suicidio o la muerte. Las páginas de estos libros transcurren envueltas en un halo onírico y misterioso e incluso en ocasiones en estados de inconsciencia o fenómenos paranormales.

Recuerdo que hace unos años, para relajarme antes de dormir, estaba escuchando una grabación que alguien me pasó. Fui aflojando todos los músculos tal como me indicaba la locutora hasta que me quedé frita. O eso pensaba yo. El audio siguió y, en un determinado momento, a la mujer de detrás de mis auriculares se le ocurrió decir que dormirse es como una pequeña muerte diaria y mi cerebro dijo: ¿Cómo, qué? Y me desperté sobresaltada.

Tener una razón para levantarnos todas las mañanas


Anécdotas aparte, en estos libros aparentemente pesimistas, es una constante la búsqueda de la identidad y de la felicidad. Lejos de ser textos tristes o deprimentes, arrojan reflexiones para los que se quedan y apuestan por la vida, a pesar de las dificultades.  Son novelas escritas para los que creen en el amor, en la amistad y en la existencia en general.

Todo esto me quedó más claro si cabe cuando leí Los amigos, de Kazumi Yumoto, un libro que tiene por subtítulo: “Una novela sobre la muerte que defiende la alegría de vivir”. Lo que necesitamos es encontrar una buena razón para levantarnos todas las mañanas, como le pasó al abuelo moribundo de esta novela de Yumoto. El problema es que, a pesar de que las estadísticas indican que el bienestar actual es, con mucho, mejor que nunca, hay una fuerte deshumanización.

Y es esta palabra, deshumanización, una de las que mejor retrata el ambiente que se recrean en las novelas japonesas. Somos muchos, cada uno a nuestras cosas, y nos sentimos solos y perdidos. Eso le pasa a la protagonista de Estupor y temblores, de Amélie Nothomb, un relato espeluznante de cómo “trabaja” la sobre-jerarquizada sociedad japonesa.

Aprendiendo más acerca de la muerte


Por tanto, volviendo a la pregunta que me hacía al principio: entre la muerte y la búsqueda del sentido de la vida: ¿paradójico o complementario? Para mí, es totalmente complementario. No se puede entender la una sin la otra pero puede que una de las cuestiones en las que tengamos que trabajar es en aprender más acerca de la muerte, tratada como un tema tabú y oscuro. ¿Por qué no nos interesarnos más sobre ella? Porque da miedo. Sí, lo sé, a mí también, pero igual es por eso por lo que me produce una gran curiosidad y leo estas novelas de autores japoneses.

No puedo acabar sin recomendar algunos de los trabajos de Elisabeth Kübler-Ross, una psiquiatra que estudió casos de personas en coma que finalmente sobrevivieron y que hizo un amplio seguimiento de moribundos. Yo me estoy iniciando en el tema con ella. Aviso: sus conclusiones pueden chirriar, y mucho, con las creencias actuales que tenemos. Hay que adentrases en ellas con la mente abierta y, en la medida de lo posible, sin prejuicios. Luego cada uno que se quede con lo que más le convenga. Yo siempre lo hago así.

30 de septiembre de 2016

[5] El feel good me encuentra de nuevo, lectura top 10 y mientras que la música dure


¿No os ha pasado nunca que cuando aprendes un término nuevo lo ves después por todos lados? No sé exactamente la razón de este fenómeno, aunque probablemente sea porque desde ese momento eres consciente de que “eso” existe. Con lo cual, el verdadero “clic” está en el momento en que descubrimos que esa palabra, expresión, o lo que sea, nos interesa.

Como ya os comenté la semana pasada, yo hallé el término feel good hace apenas un par de semanas después de algún tiempo sabiendo que algunas de mis novelas favoritas tenían cosas en común que no me encajaban en ningún género en particular.

Después de este descubrimiento, hice una lista con novelas que encontré clasificadas como feel good y comencé a leer. Me decidí primero por La librería de los finales felices, de Katarina Bivald, un libro del que, por cierto, estoy sacando muchísimas recomendaciones interesantes. Y, fijaos como es la cosa que, cuando iba por la mitad de la novela, más o menos, me encontré esto:

“La gente solía pensar que las novelas feel good eran historias felices y banales, pero una auténtica feel good no se merecía ese nombre si no contaba con un par de asesinatos, accidentes, catástrofes y fallecimientos […] De lo que se trataba era de que no terminaran mal. Eran libros que uno acaba con una sonrisa, libros que hacían pensar que el mundo estaba un poco más loco, raro y bonito cuando levantaba la mirada de sus páginas”.

Casualidad o no, me topé con una nueva definición de novela feel good que no esperaba y que ahonda un poco más en alguna de las características del género: en los libros feel good también pasan cosas malas. Por ejemplo, entre las que yo os recomiendo en el blog hay personajes que sufren enfermedades duras, otros pierden familiares o amigos, algunos sufren separaciones o incluso hay quienes experimentan crisis de identidad. Pero en todos esos libros, sin excepción, el personaje trabaja tanto para salir adelante que la historia siempre termina bien.

Mi inmersión en el género también me ha llevado a leer esta semana una de los libros que va directo a mi top 10 de este año: El noviembre de Kate, de Mónica Gutiérrez, una novela entrañable en la que hay elementos dramáticos, por supuesto. En este caso, Kate, la chica del pelo esponjoso, las bufandas largas de colores y los zapatos de bruja buena, tiene que deshacerse del caparazón que la envuelve para protegerse de un jefe déspota, un trabajo mecánico, una familia que la ignora y un corazón dolorido que no le permite disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Lo bonito de esta novela y de las demás del género, o por lo menos lo que más me gusta a mí, es que vas viendo la evolución del personaje, progresivamente: sus dudas, sus problemas, sus esfuerzos, sus decisiones,… Y, al final, nos encontramos con alguien que ha comprendido la situación, que ha evolucionado y que ha mejorado su versión. Fijaos que no me refiero a “persona nueva” porque eso implicaría que se obvia el proceso de aprendizaje por el que pasa, que en realidad es lo más importante.

Entrevista a Mónica Serendipia


Para la semana que viene tengo más feel good porque os adelanto que me puse en contacto con Mónica Gutiérrez (Serendipia) para saber si ella me respondería a unas preguntas acerca de El noviembre de Kate y de las novelas feel good y me dijo que ¡por supuesto! Así que comenzaré octubre publicando esta entrevista en la que, de nuevo aprenderemos muchas cosas sobre el género feel good.

Un adelanto: ¿Sabíais que los años dorados de la literatura feel good fueron durante la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con la II Guerra Mundial? Para contrarrestar la angustia del día a día de la población civil, para ofrecer a los lectores cansados y a menudo asustados, un rato de evasión y entretenimiento con un libro en las manos empezaron a publicarse una serie de novelas de ficción que descartaban el realismo y la gravedad.

#ColectivoDetroit


Esta semana he participado en mi segundo reto del #ColectivoDetroit, que consistía en escribir algo mientras durara la música de entre cuatro canciones escogidas por mí. Al terminar la lista de reproducción, se acababa el tiempo de escritura. Y esto es lo que me quedó: una declaración sin respuesta…

#Leyendo


Esta semana, como ya os he dicho, terminé El noviembre de Kate y ahora estoy rematando también La librería de los finales felices. Todavía no sé por dónde voy a tirar después, así que la semana que viene os contaré… Lo que sí os puedo decir es que en La librería de los finales felices estoy encontrando muchas recomendaciones y tengo ganas de leer algo de Moa Martisson. ¿Os suena?

PD


Me gustaría introducirme en el mundo editorial primero como lectora profesional. ¿Alguien que pueda asesorarme en el tema? Mil gracias.


23 de septiembre de 2016

[4] Adiós verano, novelas feel good y #ColectivoDetroit


El adiós al calor y la llegada de unas cuantas jornadas algo más frescas esta semana me ha avivado las ganas de leer. El frío me recoge después del despelote de la etapa estival y la lectura me arrulla y me da el calor que se llevan progresivamente los últimos coletazos del verano.

Estos días también he sentido la nostalgia de encontrar uno de esos libros que tanto me gustan, esos sobre historias en las que hay libros, hay amor o hay una persona que cambia su estilo de vida (o todo junto). Ya sabéis a qué me refiero: Brooklyn Follies, de Paul Auster; Canciones de amor a quemarropa, de Nickolas Butler; Los interesantes, de Meg Wolitzer; Olivia o la lista de los sueños posibles, de Paola Calvetti; La librería de las nuevas oportunidades, de Anjali Banerjee,…

He brujuleado mucho en busca de nuevos tesoros que mantengan vivas las constantes vitales de mis lecturas, y he encontrado algo que llevaba tiempo sabiendo que existía, pero a lo que no le había puesto nombre. Tampoco era necesario, porque alguien ya se lo había dado por mí.

El caso es que todas las novelas que os he puesto antes como ejemplo las podemos reunir juntas en un nuevo género que lleva vivo ya algún tiempo y del que he encontrado registros en Google desde el año 2013. Se trata, tatatachán de las novelas feel good.

Feeling good


Para mí, las novelas feel good son aquellas en las que un personaje con una actitud fuerte y positiva ante la vida, se enfrenta a un reto y consigue salir victorioso. El final, desde luego, es feliz, pero lo es porque el personaje va evolucionando y buscando para que así sea. Además, son libros en los que se respira positivismo, posibilidades, amor, amistad, familia y bonitismo.  Otra característica fundamental son los lugares en los que pasa todo, sitios de ensueño por los que cualquiera querría pisar.

De las que he leído y os he puesto como ejemplo, creo que por ahora la que más se aproxima a esta descripción es La librería de las nuevas oportunidades, de Anjali Banerjee, en la que Jasmine, la protagonista, es una mujer de negocios que decide trasladarse al sitio en el que se crió, Shelter Island (Seattle), tras divorciarse para encargarse durante un mes de la librería de su tía Ruma. En este libro hay un personaje fuerte, hay actitud positiva, hay un reto, hay posibilidades, hay amor, amistad, familia y un lugar ideal en el que instalarse: la librería de la tía Ruma (ya dije en la reseña que gustosamente me quedaría a vivir allí).

El descubrimiento de este género me ha alegrado mucho porque ahora sé dónde buscar cuando necesite una dosis de feeling good. Y tengo una lista enorme, por cierto. He empezado por aquí: El noviembre de Kate, de Mónica Gutiérrez y La librería de los finales felices, de Katarina Bivald. Y luego tengo pensado seguir por este otro lado: El hostal de las ilusiones, de Debbie Macomber; Clara y las abuelas canguro, de Tania Kratschmar;…

#Leyendo


La semana pasada terminé Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness, la primera hornada de deberes de la tercera temporada del Club de Lectura de Parla Este. A pesar de que en un principio no estaría entre mis favoritos principalmente por el género (juvenil, fantasía), me ha parecido un cuento fluido, entretenido y con una historia reveladora: “Las historias son lo más salvaje de todo […] Las historias persiguen y muerden y cazan”. El día 7 de octubre se estrena en cines la película, que ha dirigido Juan Antonio Bayona.

Un monstruo viene a verme es el libro 22 de mi reto de 45 (que es muy probable que no termine con éxito este año). Había empezado a leer un libro de relatos de Doris Lessing, Relatos africanos y la verdad es que el primero me ha gustado mucho pero los libros de relatos no acaban de engancharme. Cuando le cojo el punto a la historia, termina y tengo que volver a situarme y no siempre lo consigo.
Así que ahora estoy, como os he dicho, a dos manos con mis nuevas novelas feel good de las que pronto tendréis noticias y algo más...

#ColectivoDetroit


Esta semana he participado en mi primer reto del #ColectivoDetroit, que consistía en escribir algo sin utilizar una de las vocales. Mi texto no lleva la letra A pero no me salió muy largo y en ocasiones es raro. Es muy difícil encontrar lo que quieres decir y si, encima, le quitas una de las letras más importantes del abecedario, pues ya me diréis.

De todas formas, es legible, así que aquí la entrada "Ser de", donde también podéis encontrar más información del Colectivo Detroit. En Twitter buscad por #ColectivoDetroit.

#Tuit


El tuit de esta semana, es una imagen. ¡Bienvenido!

Además...

9 de septiembre de 2016

[3] Fin del verano, serie “Lecturas ligeras” y ¿San Google?

Este verano he sufrido una sequía lectora. Me pasa en épocas en las que me busco mucho a mí misma porque no tengo claro hacia dónde me dirijo (excepto la aventura belga en coche, claro). Además, en estos meses sentí que me apetecía leer cosas como para no pensar demasiado, y lo que hice fue preguntarle a Google por “lecturas de verano 2016”.

Me doy cuenta de que últimamente le pregunto mucho a Google pero, reconozcámoslo, es que tiene respuesta a todo. Lo malo es que la calidad de las respuestas a veces deja mucho que desear y, entonces, la hemos liado.

Exactamente eso es lo que pasó. Revisé varias listas de libros para el verano que compartían títulos como Instrumental, de James Rhodes; el nuevo de Jöel Dicker (del que me leí La verdad sobre el caso Harry Quebert en 2014); La chica del tren, de Paula Hawkins; … Sumando aquellos que ya había leído y otros que no me llamaban la atención, fui a parar a una serie de una escritora súper joven que empezó a escribir en Internet, que es lo que realmente me llamó la atención. Y fui a parar a After, de Anna Todd.

A pesar de que lo que quería era distraerme con cualquier cosa, esta primera lectura no cumplió su cometido. ¿Lectura ligera de verano? Pues no creas, es más pesado de lo que parece a pesar de ser una novela de niñatos adolescentes porque hay muchas situaciones desagradables e indignantes. Me ha recordado mucho a Cincuenta sombras de Grey: la chica inocente y el tío listo y guapo influyente y dominante.

Mejoró bastante la cosa con Paulina y Jean Pierre y con esa historia de amor tan romántica (que no pastelona) en un escenario tan idílico como París. Alguien como tú, de Xavier Bosch, ha sido, sin duda, la novela de este verano con la que más he disfrutado.

La última de las lecturas ligeras la protagoniza una mujer de carácter del siglo XXI que, de buenas a primeras, hace un viaje hacia atrás en el tiempo hasta la Escocia del siglo XVII. No, no se trata de Outlander, no, sino de Te esperaré toda mi vida, de Megan Maxwell, de quien no había leído nada hasta el momento y que, si bien no me entusiasmó, sí que tiene uno de mis  requisitos imprescindible de buenas lecturas: el dónde transcurre la acción. Gracias a este libro he logrado averiguar un poquito más acerca de Escocia y a plantearlo como un posible nuevo destino.

#Leyendo

Ahora ya estoy enredada con las tareas del Club de Lectura. Un monstruo viene a verme, de Patrick Ness, me parece una historia prometedora y, por el momento, me tiene bastante intrigada. Dentro de poco, reseña.

Sobre los próximos pasos, no lo tengo claro. Hace un par de semanas me llegó un correo electrónico de una autora novel de escritura romántica que se llama Chris Torrent en la que me hablaba de su novela, Enlighten me (Ilumíname), y estoy pendiente de echar un ojo a este libro.

#Bonus track

El bonus track de esta semana, no podía ser de otra manera, es para el estreno el día 16 de septiembre de la tercera entrega de Bridget Jones. Estoy deseando ir al cine para verla.

22 de enero de 2016

[2] Blue monday, introspección y reflexiones

Parece ser que el pasado lunes (18 de enero) fue el día más triste del año. Los angloparlantes lo llaman el blue monday y sucede el tercer lunes cada mes de enero. Estos días de frío, lluvia y cielo gris invitan, no ya tanto a la tristeza total y absoluta, sino más bien a cierta apatía, introspección y reflexión. Así lo sentía hace un año, cuando reseñé la novela de Murakami, Tokio Blues, y así lo siento hoy.

De este libro me quedo con una reflexión que dejé grabada en el post de aquel día: "Todos nosotros somos seres imperfectos que vivimos en un mundo imperfecto. Y no debemos vivir de una manera tan rígida, midiendo los ángulos con un transportador como si la vida fuera un depósito bancario. ¿No te parece?".

Cierto, somos imperfectos y, cuanto antes nos demos cuenta, antes empezaremos a disfrutar de nuestra vida, como quiera que sea. Hace unos días hablaba con unos compañeros del trabajo y me decían: esto de emprender y dejar el trabajo aburrido es más fácil si no tienes cinco bocas que alimentar. Y tienen razón. Probablemente los mensajes de romper con todo, de hacer lo que te gusta, de encontrar el trabajo de tus sueños, sean más para aquellos que mejor se lo puedan permitir, como siempre.

Pero lo que yo quiero decir, sin ponerme en plan coach, es que tampoco hace falta romper con todo si no es el momento ni el lugar. Pero, lo que sí podemos hacer es sonreír en un día que se nos hace cuesta arriba. Para eso no se necesita mucho. Simplemente pensarlo, y exteriorizarlo. También te digo que, si un día no te sale y estás triste, enfadado o simplemente apático, tampoco tienes por qué hacerlo. Somos imperfectos, recuerda, y entonces, será más fácil.

Alguien


Y después de este speech que me he marcado (lo siento, tengo cierto complejo de predicadora :), me gustaría hablarte brevemente de un libro que estoy acabando que se llama Alguien, de Alice McDermott (que reseñaré en unos días), recomendado, como tanto otros, por Devoradora de libros. El caso es que a diario nos cruzamos con gente, mucha gente, ¿verdad? Gente a la que no le pasan grandes cosas en el día a día. Gente que se levanta temprano, que va a trabajar, que viaja en tren, que come de tupper, que tiene una reunión familiar, que se sienta a leer bajo una manta, que mira la televisión,... acciones cotidianas, todas ellas, que van conformando una vida.

¿Tienen estas personas cabida en una historia, en un libro? Normalmente no encontramos personajes así, ¿verdad? Lo normal es que encontremos personajes a los que les pasa algo, muchas veces, algo tan importante que les cambia la vida. Sin embargo, he aquí la paradoja, la mayor parte de nosotros vivimos en una existencia cotidiana, que sin ser relevante para la historia del mundo, va conformando nuestra propia historia.

Pues la vida de Marie, del libro de Alice McDermott, es un poco así, de barrio, pero no deja de fascinarme. Al contrario, es un gusto leer sobre cosas tan normales porque, de esta manera, podemos dejar de idealizar, en un mundo de apariencias como el de hoy, las vidas de los demás, y aprender la importancia que tiene la nuestra con la gente que nos rodea. Por eso, hay que sonreír.

#Leyendo


Para terminar, solo comentaros que estoy acabando el libro de Alguien, y que después comenzaré La casa de papel, de un autor argentino que se llama Carlos María Domínguez. Es un libro que recomendó un compañero del Club de Lectura, bastante cortito, así que espero hablaros de él muy pronto.

#Bonus track


El bonus track de esta semana va para un tuit que me ha encantado. Porque, lectores, ¿a qué lo habéis pensado más de una vez?

15 de enero de 2016

[1] Las razones por las que la lectura es imprescindible en mi vida

Hay muchas razones por las que leo, desde la más práctica: paso más de 10 horas viajando en tren todas las semanas y aprovecho ese tiempo para leer; hasta la más romántica: me gusta vivir muchas vidas en mi propia vida (otro día hablaré de mi pasión de viajar a través de la lectura y de lo que me gusta analizar la psicología de los personajes).

En 2015 conviví con una familia india que tenía un restaurante en Francia; pasé horas en el mundo imperfecto de personajes imperfectos de Murakami; me emocioné con la rebeldía pausada de una criada negra que escribió un libro sobre blancos en EEUU en los años 60; acompañé a Laura en su viaje por Islandiacompartí duelo con Blanca; he sido la amiga en la sombra de Lila y Lenù; he regentado temporalmente una libreríahe trabajado en los cacaotales de Fernando Poo de la España colonial; y he llorado de alegría cuando Mia despertó del coma.

Lo más emocionante es que cada vez que abrimos un libro nuevo es otra posibilidad

En 2015 hice  esto y mucho más (aquí podéis verlo), y todo ello a través de los libros. Son cosas que en muchos casos nunca me sucederán pero que siento como si fueran mías porque las he sentido y vivido a través de un sinfín de personajes. Y ese es uno de los motivos por los que me encanta la lectura. Porque vivo muchas vidas en una sola.

Lo más emocionante es que cada vez que abrimos un libro nuevo es otra posibilidad, como las que he descubierto en este comienzo de año en el El amante japonés, de Isabel Allende (de la que no os podéis perder el recuadro de curiosidades porque hablo de algo muy oscuro de la Segunda Guerra Mundial que se conoce muy poco: los campos de concentración de japoneses en EEUU); o en la tierna historia de Guille, el protagonista de  Un hijo, de Alejandro Palomas.

Y todas las que nos quedan por vivir


El año nuevo también viene cargadito de novedades y no quería dejar pasar la oportunidad, hablando de Alejandro Palomas, de comentar lo poco que queda para que salga su novela, Un perro, en la que los protagonistas son los mismos que en Una madre, el top 1 de mis lecturas de 2015. Aquí podéis leer ya el primer capítulo y disfrutar de nuevo de Amalia y de Fer.

Además, por si necesitáis más inspiración en la elección de vuestras lecturas, en este enlace podéis leer las recomendaciones de Sweet Paranoia sobre las novedades editoriales de este mes, por si os hace alguna; y en este otro las mejores lecturas de 2015 de Rusta de Devoradora de libros porque muchos de los libros que leeré este año, seguramente, no serán novedades (por cierto, felicidades por esos 6 años).

#FiebreFerrante


Termino preguntándoos si os habéis unido ya a la #FiebreFerrante y habéis leído algún libro de la serie de la #AmigaEstupenda. Este último hashtag está sirviendo en Twitter para unir a todos aquellos que están leyendo esta novela, así que si tú lo estás haciendo, apúntate. Mi objetivo este año es leer, al menos, la segunda parte de esta saga, Un mal nombre.

#Leyendo


A modo de post data, os diré que acabo de empezar con un libro que se titula Alguien, de la escritora Alice McDermott y que, por lo que he leído, es del estilo de Alice Munro. Os contaré muy pronto.

Sin más, hasta la semana que viene. ¡Feliz lectura!

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