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28 de septiembre de 2016

Colectivo Detroit: La declaración

El día que por fin me atreví, ella estaba sentada en la parada del autobús a una hora que no era la usual. Su pelo esponjoso y abultado por la humedad le daba un aire infantil; estaba enfrascada en un libro y, de vez en cuando, hacía algunos mohines e incluso emitía alguna carcajada corta.

Hacía dos meses que la veía en el mismo lugar, siempre a las 8, cuando yo paraba en el semáforo que coincidía con la parada 141 del 28, donde ella esperaba. Cada día de aquellos 61 quise acercarme aunque solo fuera para percibir su olor. Pero mis pies nunca podían ejecutar las órdenes confusas que enviaba mi cerebro.

El día que por fin me atreví llovía a mares, había un atasco monumental y yo llegaba tarde a mi cita imaginaria. Eran las 8:17 ¡pero ella seguía allí! Me envalentoné pensando que aquello podía ser cosa del destino o algo así. Asumí que no soy ningún héroe y dejé de hacer acopio de las quejas que nunca que me llevarían a ningún sitio. Me acerqué a ella, empapado:

- Me encantan los días de lluvia porque ponen patas arriba la manía controladora de los humanos sin que puedan hacer nada más que protegerse bajo un paraguas o empeñarse en su claxon en infinitos atascos esperando que no se trastoque demasiado su día. Y creo que si hemos coincidido hoy aquí aun rompiendo nuestra rutina diaria es porque quizá juntos podamos desafiar el orden establecido.

***

El ejercicio de esta semana consiste en escoger de 3 a 5 canciones sin pensarlo mucho. Elegir el orden de reproducción que más nos gusta, o atrevernos con el aleatorio. Coger papel y boli, o abrir el archivo de Word. Cuando le deis al PLAY, empieza vuestro proceso de escritura. Y acaba en cuanto se acaben las canciones que habéis escogido. ¿De qué vais a escribir, os va a dar tiempo a cerrar el texto, o quedará inacabado? Eso lo descubriréis una vez finalizado el ejercicio. El único requisito esta vez, como durante el ejercicio del trayecto: el tiempo de escritura se acaba cuando la música deje de sonar (y se entiende que escogemos pocas canciones para llevarnos al límite de nuevo. La realidad del ejercicio es esa: tendréis poco tiempo ;)).

Yo, en concreto, para escribir mi texto tuve 12 minutos y 26 segundos repartidos de esta manera:

Otras "respuestas" a este ejercicio del #ColectivoDetroit:

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Y ahora las instrucciones habituales. Recuerda que puedes contactar con nosotras en colectivodetroit@gmail.com.

  1. Leer el “enunciado” del ejercicio.
  2. Interpretar el “enunciado” del ejercicio libremente.
  3. Escribir lo que te sugiera.
  4. Publícalo en tu espacio.
  5. Cuéntanoslo para que podamos enlazarte tanto en los comentarios como por las redes sociales.
  6. No olvides usar el hashtag #ColectivoDetroit, y disfrutar la participación al máximo.

7 de diciembre de 2015

Canciones de amor a quemarropa, de Nickolas Butler

Cuando creí que ya había leído mi libro favorito de este año, va y aparece de la nada, una preciosa novela, sencilla, cotidiana, que me encandiló. Al final, y precisamente por el final, no ha podido desbancar del número uno de mi ranking de este año a Una madre, de Alejandro Palomas, pero se ha colocado muy muy arriba.

Canciones de amor a quemarropa, de Nickolas Butler, narra la historia de Henry, Lee, Ronny y Kip cuatro amigos oriundos de Little Wing, un pueblecito de Wisconsin. Su vida trascurre paralela hasta que comienzan a dejar su niñez y cada uno escoge su propio camino: Henry se queda en el pueblo a cargo de la granja de sus padres y se casa con Beth, su novia de adolescencia. Lee se convierte en un músico famoso. Ronny se dedica al rodeo hasta que sufre un importante accidente. Y Kip es un importante agente de bolsa en Chicago.

A pesar de que parece que hay un mundo que les separa, los chicos se mantienen unidos por varios factores, sobre todo por la tierra que les vio nacer. Sin embargo, cuando se reúnen para la boda de Kip en Little Wing aparecerán algunas rencillas y se removerán ciertos secretos que afectarán su vida actual.

Contado a cinco voces (los cuatro chicos más Beth), Canciones de amor a quemarropa es un relato hacia delante y hacia atrás en el que, al tiempo que se componen los últimos años de amistad de este grupo, se rememora el pasado de cada uno de ellos.

La novela retrata la evolución de cada uno de los personajes, la manera en que cada uno ha crecido en la vida y su visión del mundo. Henry se quedó en su tierra, con su mujer y sus hijos, y ama su vida. Lee ha conocido fama, ha dado la vuelta al mundo, pero añora la familiaridad, la vida tranquila y franca de su pueblo. Ronny tuvo que volver tras el accidente pero se siente encerrado y necesita salir de allí. Y Kip, el más sofisticado, vuelve para poner en marcha un negocio e impulsar así su pueblo pero los años que pasó en Chicago hace que sienta fuera de lugar.

Está escrito con calma, con serenidad, sencillez absoluta, cotidianidad, amor, amistad,… Es un libro repleto de sentimientos, en el que la pertenencia al lugar en el que se nace es una constante, unas veces para bien y otras para mal. Es un libro que recrea de forma plausible las vidas rurales sencillas de los pueblos del Medio Oeste americano.

Podría decir también que, en cierta medida, es un libro con un tema bastante trillado y en muchos aspectos bastante infantil y adolescente. Pero de vez en cuando una ración de este tipo de libros me encanta. Eso sí, el final me pareció bastante flojo y algo surrealista a pesar del tono real en todo el libro. Aún así, merece la pena.

Los americanos y la universidad


En mi cuadrito de curiosidades hoy quería hablaros de un tema que me llama mucho la atención tanto en series, como películas y libros que trascurren en América. Y es que tenía la sensación de que un porcentaje muy altos de americanos van a la universidad a pesar de que después realicen trabajos que aquí llamaríamos menos cualificados. Además, todos tenemos en la cabeza la típica idea de que los padres americanos ahorran para la universidad de sus hijos desde que son pequeños.

Por ejemplo, en este libro se hace alusión a que Henry y Beth pasan por la universidad aunque en cierta manera saben que se quedarán en el pueblo explotando la granja de sus padres. A su vez, Henry y Beth, en algunos pasajes del libro, hacen referencia a los ahorros para la universidad de sus dos hijos.

Pues bien, he estado investigando sobre el tema y, efectivamente, la proporción de estudiantes americanos que va a la universidad es mayor que la europea. De acuerdo con datos de la OCDE del año 2014, EEUU se encuentra en el quinto puesto de entre los 10 países con mayor proporción de adultos que tienen un título universitario, con el 43,1% de los adultos de entre 25 y 64 años. Por delante están Rusia (53,4%); Canadá (52,6%); Japón ( 46,6%); e Israel (46,2%). España se quedaría en el puesto 18.