Mi reciente obsesión con los autores japoneses y sus temas
típicos como la muerte, la tristeza o la búsqueda del sentido de la vida ha
tomado otra perspectiva desde que leí La fórmula preferida del profesor, de
Yoko Ogawa.
La diferencia principal no está tanto en los temas que trata
como en la forma de contarlos; desaparece esa neblina pesimista que envuelve a
las novelas niponas y aparecen otros rasgos más amables, dulces y poéticos,
aunque conservando cierto aire melancólico.
El protagonista de esta novela es “el profesor”, un hombre
bastante mayor que, en 1975, sufre un accidente de tráfico que le provoca la
pérdida de la memoria presente. A pesar de que conserva todos los recuerdos
anteriores, su memoria más inmediata solo dura 80 minutos. Para remediar en
parte este problema lleva asidas en su americana un montón de notas que le
ayudan a acordarse de su pasado más próximo.
Después de nueve estrellas en su expediente como cliente en
una agencia de asistencia doméstica (lo que significa que es bastante
problemático), le envían una nueva asistenta de la que no sabemos el nombre
pero sí que calza un 24, “un número muy resuelto, factorial de 4”, y cuyo
número de teléfono es 5671455, “igual a la cantidad de números primos que
existen hasta cien millones”.
Este juego entre la vida cotidiana y las matemáticas es una
constante en el libro (aunque se sigue bien y sin problemas; no dudes en leerlo si las matemáticas te dan pavor). El profesor no recuerda nada de lo que hizo 80 minutos
atrás pero sí que tiene en la cabeza teoremas y fórmulas matemáticas que
integra con normalidad en la vida diaria: números amigos, perfectos y, sobre
todo, primos, ayudan a explicar el mundo del profesor.
El béisbol es otro de los elementos que marcan al profesor
aunque eso lo sabremos tras conocer a Root (raíz cuadrada en inglés), el hijo
de 10 años de la asistenta, apodado así “porque su coronilla era tan plana como
el signo de la raíz cuadrada”.
La relación de amistad e incluso de abuelo-nieto que se
forma entre Root y el profesor es de las cosas que más me han gustado en este
libro y me recuerda mucho a Los amigos, de Kazumi Yumoto. De nuevo, un niño
cuyo único familiar es su madre y un anciano solitario se complementan, cuidan
y quieren, a pesar de que entre ellos no existe un vínculo familiar. Ambos
estarán muy unidos por el béisbol pero también por las matemáticas y los
números, hasta tal punto que el futuro de Root dependerá de ello.
El profesor, la asistenta y su hijo se darán el amor que no encuentran
por separado e influirán los unos en los otros como una familia de verdad,
incluso cuando los tres tienen que separarse porque el profesor se traslada a
una residencia. Otra vez, como en Los amigos, personas necesitadas de cariño
que lo encuentran fuera de su entorno familiar y que crean vínculos y apegos
muy fuertes.
La identidad de Euler
En un momento tenso del libro, el profesor termina una
discusión con su cuñada (la que contrató los servicios de la asistenta) mostrándola
la siguiente fórmula:
Según he podido leer en Internet, la identidad de Euler es
una igualdad matemática que se ha comparado a un soneto de Shakespeare y se ha
descrito como la ecuación más bella. Se dice que en esta fórmula convergen las
cinco constantes matemáticas más importantes: el número 0, el número 1, π, un
número irracional, e, otro número
irracional y la i, la raíz cuadrada
(root) del número negativo √(-1).
Pues me ha llamado mucho la atención, me lo apunto
ResponderEliminarBesos
Nos leemos
¡Me alegro! Espero a que me digas qué te parece cuando lo leas!
Eliminar¡Un abrazo!
Pues no he leído "los amigos", pero sí que leí hace unos años (en otra edición distinta) "la fórmula preferida del profesor2 y me encantó. Es una historia que enamora por la ternura y la sencillez, por la luz de sus escenarios y la nostalgia. De Yoko Ogawa me gusta muchísimo "La niña que iba en hipopótamo a la escuela", te la recomiendo mucho si te ha gustado conocer al profesor ;-) Aunque hace un tiempo leí que los lectores occidentales conectábamos tan bien con Ogawa porque la autora se occidentalizaba a propósito, escribía distinto cuando quería vender sus libros fuera de Japón; de hecho tiene otras novelas mucho más japonesas que no han gustado tanto aquí. Bss
ResponderEliminar¡Me apunto tu sugerencia! La relación entre el profesor y Root me ha parecido súper tierna. Tener un abuelo es un privilegio que tendrían que poder disfrutar todos los niños.
EliminarMe genera curiosidad la idea de que esta escritora escriba de manera "occidentalizada" y, a la vez, tengo la inquietud de leer uno de sus libros más japoneses.
Investigaré sobre el tema.
¡Un abrazo!
Justo ayer publiqué la reseña de este libro y coincido contigo: es una historia muy amable y tierna, muy bonita de leer.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Guauuu, ¡qué sincronización!
EliminarHe leído tu reseña y estoy de acuerdo en lo que comentas del papel de la cuñada. Yo me he quedado con ganas de saber más de su historia.
¡Un abrazo!