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17 de abril de 2017

Una semana en invierno, de Maeve Binchy

Esta Semana Santa he acabado una novela que he leído lentamente. Una semana en invierno, de Maeve Binchy, es un libro que, por mucho que quieras avanzar y terminar, te invita, y casi que te obliga, a ir despacio. Está narrado con calma a pesar de que la vida de los personajes puede dar un salto de 20 o 30 años en un par de líneas. Lo empecé para probar y, cuando me di cuenta, ya me había sucedido como con los libros que me enganchan: perdí la noción del tiempo.

La historia de Una semana en invierno comienza y gira en torno a Chicky Starr, una chica de pueblo irlandesa que un día se enamora de un turista americano y se muda a Nueva York con él, rompiendo así el molde tradicional y poco prometedor de la vida que la esperaba en Irlanda.

A pesar de que el amor y el sueño americano tampoco resultaron ser lo prometido, al cabo de muchos años, Chicky Starr regresa a su pueblo natal con un buen dinero y un proyecto para poner en marcha: el hotel Stone Bridge. A su vuelta, además, cuenta con la admiración de familiares y vecinos quienes, si algún día pensaron que Chicky era una loca que volvería pronto y arrepentida de haberse marchado con el americano, ahora admiran los resultados de aquella decisión.

Una vez planteada la historia de Chicky, que es el hilo argumental del libro, Maeve Binchy propone dar sentido a la novela a través de las historias vitales de un elenco de personajes que, de una u otra manera, tienen conexión con Chicky y con Stone Bridge. De esta manera, por las páginas de Una semana en invierno pasan Rigger, el hijo de una de las amigas de la infancia de Chicky; Orla, su sobrina; y una serie de secundarios que llegarán por diversas casualidades del destino a Stone Bridge en la semana de la inauguración. Todos ellos, de una u otra manera, y cada uno con su propia historia, han recalado en este lugar porque el destino así lo ha querido y su estancia les permitirá reflexionar sobre su vida y reconducir su camino.

Esta novela (o compendio de relatos con un hilo argumental) reflexiona acerca de cómo se va conformando una vida a lo largo de los años: alegrías, contrariedades, crecimiento personal, circunstancias, amor, desengaños, rencores,… Y amistad.

Como ya he comentado, está narrada de manera lenta a pesar de que la autora puede resumir 30 años de la vida de un personaje en tan solo unas líneas. Pero la forma en la que está escrita invita a ir de manera pausada, a analizar y a comprender a cada uno de los personajes; a identificarnos con ellos.

El paisaje y las costumbres de la zona rural del noroeste de Irlanda son un reclamo importante del libro. Ya sabéis que me encanta conocer lugares mediante la lectura y, a través de esta novela, el lector descubre la naturaleza y la paz de estas tierras irlandesas. Si estáis necesitados de un descanso, si queréis frenar el ritmo y bajar las pulsaciones, abrir este libro funciona.

La biblioterapeuta recomienda este libro para…


Llevo unos meses hablando en el blog acerca de la biblioterapia. En este enlace tenéis recopilada toda la información sobre el tema pero, básicamente, la biblioterapia consiste en utilizar los libros como un modo de desarrollo y de crecimiento personal. Yo hice una selección de aquellas historias que más me han marcado en los últimos años y que me han ayudado a comprenderme mejor a mí misma y a mi entorno desde diferentes puntos de vista: amor, amistad, desarrollo vital, desarrollo profesional, muerte, etc. Además, podéis echar un vistazo a la clasificación de los últimos libros que he leído por si estáis en un momento vital en el que necesitáis encontrar algo en particular.

En concreto, Una semana en invierno, de Maeve Binchy, lo recomiendo para aquellos lectores que necesiten un descanso y conectar con ellos mismos y con sus necesidades. La fuerza de parar, de coger aire e impulso para poder continuar hacia delante es primordial o, al menos, yo lo siento así. Hay veces que un par de días de sirven para cambiar el chip.

Este libro también está indicado para echar el freno, para leer lento, sin prisa, para desacostumbrarnos a ir corriendo a todos los sitios. La manera en que está narrado te obliga a bajar las revoluciones y a mezclarte con la sensación de que, en el lugar en el que estás, las cosas van más despacio.

Además, los relatos que conforman la novela nos hablan sobre las circunstancias, tantas como personas; los cambios vitales; la necesidad de empatizar con los demás; la fuerza para superar situaciones adversas e incluso la manera de darle la vuelta a una situación para que juegue a nuestro favor.

18 de octubre de 2016

La gente feliz lee y toma café, de Agnès Martin-Lugand

Llegué a La gente feliz lee y toma café, de Agnès Martin-Lugand, esperando otra cosa. Este es uno de los ejemplos en que un título atractivo y una buena campaña de marketing te enredan. Además, la sinopsis atrae: Diane es una joven que acaba de perder a su marido y a su hija en un accidente de coche; su duelo la lleva hasta Irlanda para tratar de sobreponerse y continuar su camino en la vida.

Se suponía que este libro reunía dos de las cosas con las que disfruto mucho leyendo: por un lado, una historia de superación personal y, por otro, un viaje a un sitio precioso como terapia y punto de inflexión. Pues bien, ni lo uno ni lo otro.

Tras la muerte de Colin y Clara (su marido e hija), Diane deja de trabajar en su café literario, La Gente, y rehúye de su familia y de sus amistades para vivir su duelo. Solo Félix, su socio y mejor amigo, tiene un hueco en la vida que Diane lleva recluida en el piso repleto de recuerdos de Colin y Clara.

Cuando se cumple un año de la tragedia, algo impulsa a Diane a replantearse su vida, aunque sabe que necesita hacerlo lejos de París, en un sitio al que Colin siempre había querido ir, Irlanda, y el destino la lleva a un pequeño pueblo de costa, Mulranny. Allí todo parece agradable y familiar hasta que aparece en escena su vecino Edward. En este momento fue cuando constaté que algo que no me cuadraba en este libro. Os explico por qué.

Edward se presenta ante su vecina de muy malas maneras: es desagradable, antipático e incluso violento. Después habrá un momento en que la autora explica el porqué de su comportamiento pero os aseguro que para mí no tiene justificación alguna tratar tan mal a una persona que acabas de conocer. Edward, tienes un problema serio. Y Diane, claro está, se pone a su altura.

Según avanza, la historia no termina de mejorar. No he conectado nada con personajes secundarios como Félix y Judith (la hermana de Edward) y tampoco con la trama que, de historia de superación personal pasa a historia romántica que no hay quien entienda, incluso con algunos tintes de After, de Anna Todd.

Ni siquiera aprovecha que ha llevado a la protagonista hasta Irlanda para darle un mayor protagonismo al entorno. Esto lo he echado mucho de menos porque es uno de los elementos que más me fascinan de los libros que transcurren en lugares que no conozco.

El final, desde luego, no es lo que más me disgusta. De hecho, creo que es uno de los momentos del libro en que Diane toma por fin una buena decisión acerca de su vida.

De todas formas, este libro se lee bastante rápido y, aunque tampoco es que haya dejado una huella profunda en mi memoria lectora, creo que me ha servido de transición.

Mulranny, Irlanda


Mulranny, http://mulranny.ie/
Mulranny es un pueblo costero situado en el Condado de Mayo, en Irlanda. Este es el sitio en el que Diane decide vivir su duelo para seguir adelante. Por las fotos que he encontrado el lugar es espectacular y su playa es súper conocida.

En la página de turismo de Mulranny, podéis disfrutar de paisajes preciosos con mucha naturaleza. Ojalá hubiera más detalles acerca de este pueblo en el libro. Seguro que hubiera mejorado mucho el contenido.