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25 de marzo de 2015

Criadas y señoras, de Kathryn Stockett

No hay una razón especial por la que empezara a leer Criadas y señoras, de Kathryn Stockett. Simplemente había terminado de leer El Gran Gatsby, rebusqué entre mis lecturas pendientes y lo rescaté de la estantería.

Desde luego, no fui ajena al boom que despertó en su momento (año 2009) ni tampoco a las buenas críticas y nominaciones de la película (allá por 2011). Pero no puedo explicar por qué he tardado seis años en dedicarle el tiempo que merece a esta novela y en lo único que puedo pensar es en todos aquellos libros que andarán pululando por ahí sin que aún se hayan topado conmigo y que podrían ser mi media naranja.

En fin, como lamentarse no sirve de nada, el resumen de todo esto es que estoy encantada por que esta novela me eligiera como lectora y, en este punto, he de decirte que si aún no la has leído, puedes ir a la biblioteca o librería más cercanas y hacerte con un ejemplar.

Criadas y señoras se sitúa en Jackson, Misisipi, EEUU, en el año 1960. Aborda el tema de la segregación racial en los Estados Unidos desde tres puntos de vista muy particulares: Aibileen, una criada negra que ha criado a 17 niños blancos; Skeeter, una joven blanca, aspirante a escritora; y Minny, una criada negra rebelde, luchadora y deslenguada, como ella misma se define.

El relato se va tejiendo a tres voces con los testimonios en primera persona de cada una de ellas. El desencadenante es la “iniciativa de higiene doméstica” de una de las señoras más déspotas de Jackson, Hilly Holbrook. Miss Hilly está empeñada en que el servicio doméstico tenga un baño propio, separado del de sus patrones blancos para evitar el posible contagio de enfermedades.

Las criadas negras asienten y “agradecen” la iniciativa sin poder hacer nada al respecto, amedrentadas por el miedo a perder sus trabajos y acostumbradas a este tipo de trato. Sin embargo, una blanca, Miss Skeeter (Eugenia Phelan), recién licenciada, soltera, con ansias de ser escritora (en resumen, la bicho raro de la época) y comprometida con las criadas gracias al amor que profesa por Constantine, la criada negra que la crió,  siente la necesidad de reunir los testimonios de las criadas de Jackson para escribir un libro sobre esa parte de la historia sobre la que aún no se ha escrito.

Aibileen y Minny son las primeras que aceptan el reto, a pesar de las dudas y el miedo que se palpa en buena parte del relato. Pero para escribir el libro, la editora de Nueva York le pide a Skeeter al menos doce criadas. ¿Serán capaces de convencer al resto de criadas de Jackson para participar en el libro? ¿Qué las harán si las descubren? ¿Supondrá un éxito de ventas?

A estas y a muchas otras preguntas se las va dando respuesta a lo largo de las páginas de este libro que te atrapa desde el primer instante por el dinamismo de la historia, por la implicación con los personajes. Sufres con ellas pero también te ríes porque esta novela es como la vida misma, repleta de situaciones de todos los colores y de todas las formas.

La historia principal, además, se entrelaza con las historias personales de cada una de las tres protagonistas: Aibileen y el apego a Mae Mobley, su último bebé blanco; Skeeter y el trato con su perfeccionista madre; y la relación de Minny con su nueva jefa, Miss Celia.

No es el primer libro que leo sobre los problemas raciales en Estados Unidos. Hace poco reseñé Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie, una novela en la que se abordan las desavenencias entre las diferentes razas que conviven en los Estados Unidos del siglo XXI. Han pasado más de 60 años y, por supuesto, los derechos civiles han evolucionado muchísimo.

Aun así, el tema es recurrente y siempre está de actualidad en los medios.

En los años en los que está ambientado Criadas y señoras los negros no podían usar las mismas bibliotecas que los blancos, ni ir a los mismos colegios, ni si quiera vivir en los mismos barrios. En Americanah, la protagonista, Ifemelu, aborda todavía la seria problemática estadounidense sobre los perjuicios de la raza. Y, cuando hice la reseña, me quedé con esta frase que muestra hasta qué punto es preocupante el tema: "Un negro en una calle de Nueva York no quiere pensar en la raza, hasta que intenta parar un taxi, y no quiere pensar en la raza cuando va al volante de su Mercedes por debajo del límite de velocidad, hasta que un poli le da el alto".

Y esta que sigue, es la cita con la que me quedo de Criadas y señoras. Reconozco que tuve que volver a leer el párrafo para admitir que no me había equivocado en la interpretación. Significa lo que significa. Ni más ni menos.
- Mister Leefolt y yo hemos decidido construirte un cuarto de baño para ti sola […] Está ahí fuera, en el porche del garaje.
[…]
- Así que desde ahora, en lugar de utilizar el baño de invitados, puedes usar el tuyo propio. ¿No te parece genial?
- Sí, señora.

I have a dream


En Criadas y señoras se hace referencia a la Marcha por los Derechos Civiles en Washington DC en el mes de agosto de 1963. En este escenario fue en el que Martin Luther King pronunció el discurso del que ha quedado en la memoria el "yo tengo un sueño". Esa parte del discurso dice así:

"Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!"

Puedes consultar el discurso completo en castellano en la web de la BBC Mundo.

9 de diciembre de 2014

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie

Últimamente me ha dado por leer libros escritos o protagonizados (o ambas cosas) por personas que viven en sitios lejanos y que, de una u otra manera, tienen un estilo de vida diferente al mío. Al fin y al cabo leer es una de las formas más creativas y a la vez baratas de viajar por medio mundo, así que en mi última lectura me he desplazado hasta Nigeria.

Lo cierto es que he tenido que abrir Google Maps para ubicarlo correctamente en el mapa. Para los que también tengáis dudas, aquí podéis consultar dónde está Nigeria ubicado en el mundo.

Pero lo que realmente me llamó la atención y por lo que decidí leer el libro fue por el título de la novela. Una sola palabra: Americanah. Leyendo en Internet, descubrí que americanah es una expresión que los nigerianos emplean para calificar en tono de broma a los compatriotas que vuelven de Estados Unidos un poco subidos de humos.

Lo cierto es que solo con esto me picó la curiosidad y empecé a leer. Y me entregué, como a mí me gusta, a un comienzo que engancha; a un comienzo que te asegura que el tiempo que inviertes en leer las siguientes 600 páginas va a merecer la pena. Y así fue.

La protagonista, Ifemelu, me mantuvo en todo momento en su historia. Una chica con carácter, pasional, visceral y decidida, enamorada hasta los huesos de su novio de adolescencia, Obinze, decide emigrar a los Estados Unidos para estudiar en la tierra prometida. Con su partida, deja atrás a Techo (como ella se refiere a Obinze) y, tras unos primeros meses de duros comienzos pierde el contacto con él. Las cosas mejoran progresivamente para Ifemelu que, al tiempo que termina sus estudios universitarios, comienza a salir con un americano blanco y a darse cuenta de los problemas raciales en Estados Unidos.

Es en ese punto cuando decide dejar su trabajo y comienza a vivir de un blog sobre raza en el que reflexiona sobre los negros que viven en Estados Unidos y que le da cierto prestigio y éxito. Hasta que un día, tras terminar su beca en Princeton y disfrutar de una vida acomodada, decide que quiere volver a casa y, por fin, tras años de silencio, escribe a Techo para contárselo.

Él, ya casado y con una hija, revoluciona su vida a la llegada de ella. El final de la trama es una tensión constante sobre cómo se resolverá el amor de ambos que, por supuesto, no pienso desvelar aquí.

Pero más allá del amor, la historia desentraña mucho de la forma de vida de un país africano como Nigeria a través de los personajes. Por ejemplo, se me ha quedado grabado cómo describe el sonido de los generadores de electricidad y también cómo aborda el tema del pelo de la mujer africana. Pero Americanah es una novela en la que los protagonistas son los negros que viven en los Estados Unidos. Con mucho sentido del humor, aborda la seria problemática estadounidense sobre los perjuicios de la raza.

Por cierto, que he leído que Lupita Nyong'o protagonizará la película que se está preparando ya de esta obra de Chimamanda Ngozi Adichie.

"Un negro en una calle de Nueva York no quiere pensar en la raza, hasta que intenta parar un taxi, y no quiere pensar en la raza cuando va al volante de su Mercedes por debajo del límite de velocidad, hasta que un poli le da el alto".

Whiteness Project…


El tema de la raza en Estados Unidos, que trata en profundidad Chimamanda Ngozi Adichie ene sta novela, está continuamente de actualidad en este país. Seguro que estos días habréis visto, escuchado o leído en los medios de comunicación el caso de un policía que causó la muerte a una persona negra en Estados Unidos. El caso es que el jurado que atendía el caso no ha procesado al policía y se están formando grandes protestas. El propio Obama ha aludido a esta situación, diciendo que esta decisión judicial "habla de la preocupación por parte de muchas minorías por que las fuerzas de seguridad no están tratándoles de forma justa". "Cuando alguien en este país no es tratado con igualdad ante la ley, hay un problema y mi trabajo es ayudar a resolverlo", ha añadido Obama.

Además, hace unas semanas vio la luz un proyecto audiovisual dedicado a examinar qué significa ser blanco en EE.UU. Se trata del Whiteness Project, para el que el documentalista Whitney Dow ha entrevistado frente a la cámara a decenas de estadounidenses blancos y les ha preguntado sobre su sentimiento de pertenencia a un grupo racial y sobre cómo perciben los supuestos privilegios de los que disfrutan frente a las minorías raciales. Los resultados podéis verlos en los vídeos publicados y, después, juzgad vosotros mismos.