En los cuentos de Las lunas de Júpiter, las protagonistas son, sin duda, mujeres. Mujeres ninguneadas, invisibles, dependientes,... Meros satélites de un hombre, normalmente el marido o la pareja, aunque en alguno de ellos, también el padre, en busca de un instante que sea capaz de devolverlas la esperanza, aunque sea en un lapso de tiempo muy breve. El libro completo está resguardado por un halo de tristeza aunque, en todos los relatos, hay al menos un momento para creer que las cosas pueden ser de otra manera.
En sí mismos, los cuentos están compuestos de argumentos cotidianos, del día a día. En muchas ocasiones hay diálogos que no son más que meras palabras, rompiendo así una de las reglas de los relatos cortos en los que cada parte de la trama suma algo. En cambio Munro relata esos momentos aparentemente vacíos que componen nuestra vida. No todo tiene significado en la historia o, al menos, no todo tiene significado para componer la historia. Sin embargo, las emociones están siempre a flor de piel: amor, cariño, dependencia, culpabilidad, tradición, traición, humillación, vergüenza, añoranza,...
En estos relatos se hace difícil poner rostro y vestir a los personajes. Bien podría ser porque estos personajes están lejos de nosotros no solo en una línea de tiempo sino también culturalmente. Para poder comprender bien la obra de Munro es necesario abstraerse y trasladarse al momento y al lugar que retratan, muy distantes de lo que conocemos.
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